Press Release
Carta a la UNESCO sobre el Dr. Mansogo
James McFadden

Estimados delegados del Consejo Ejecutivo:

Tengo el honor de dirigirme a ustedes para solicitar su atención ante la detención arbitraria de Wenceslao Mansogo Alo, un médico de Bata, Guinea Ecuatorial. Resulta especialmente paradójico que la UNESCO evalúe la posibilidad de adjudicar un premio destinado supuestamente a la “investigación en ciencias de la vida", patrocinado por el presidente Obiang, cuando su gobierno ha permitido la detención injustificada de uno de los médicos más idóneos y dedicados del país y, a la vez, no ha asegurado el acceso a atención médica básica a la mayoría de la población del país.

Conocí personalmente al Dr. Mansogo en 2009 cuando era estudiante y, gracias a una beca que me otorgó la Universidad de Harvard para documentar problemas de salud pública, pude compartir con él cuatro semanas. Me siento profundamente consternado por el hecho de que Mansogo permanezca en prisión desde el 9 de febrero de 2012.

Además de administrar una de las mejores clínicas del país, el Dr. Mansogo es un miembro prominente de un partido político de oposición y un defensor de derechos humanos ampliamente respetado. Se desempeña como secretario de relaciones internacionales y derechos humanos de la Convergencia para la Democracia Social (CPDS), el único partido político del país que no está alineado con el partido gobernante y que ocupa un escaño en el parlamento. En el ejercicio de esta función, ha preparado numerosos informes que documentan torturas, detenciones arbitrarias, desalojos forzados y expropiación de tierras. En 2009, el Dr. Mansogo efectuó una presentación en nombre de la CPDS ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuando este organismo se preparaba para evaluar la situación de los derechos humanos en Guinea Ecuatorial a través del proceso del Examen Periódico Universal (EPU). También viajó a Ginebra con motivo del EPU en marzo de 2010 y participó en un panel de expertos en el Palacio de las Naciones de la ONU, en el cual expuso los abusos en Guinea Ecuatorial, junto con un ex miembro del Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria.

Es decir, el Dr. Mansogo siempre ha criticado abiertamente al gobierno, y pareciera que ahora el gobierno ha aprovechado la oportunidad de tomar medidas en su contra, luego de que uno de sus pacientes falleciera a causa de un infarto durante una cirugía el 1 de febrero. Si bien no hay dudas de

que los familiares merecen que respondan a sus preguntas sobre la muerte de la paciente, este caso presenta todas las características de una represalia del gobierno por su trabajo. Amnesty International lo considera un “preso de conciencia” y, al igual que otros actores, ha exigido su liberación sin condiciones y ha denunciado circunstancias que sugieren que su detención respondería a motivos políticos. Mansogo estaba cooperando plenamente con la investigación policial cuando fue arrestado. Ha permanecido detenido durante tres semanas pese a que no se han prestando cargos en su contra ni tampoco pruebas creíbles sobre la existencia de algún delito.

Desde entonces, el gobierno ha intentado clausurar su clínica invocando falsas irregularidades. La detención de uno de los médicos más idóneos de Guinea Ecuatorial en un país que carece de suficientes profesionales de la medicina es una medida injusta no solo para Mansogo sino además para los numerosos pacientes que dependen de los servicios de su clínica.

En un país donde el acceso a atención médica profesional de calidad está fundamentalmente limitado a quienes pueden solventarlo —funcionarios del gobierno de Obiang y personal de compañías petroleras extranjeras— he visto a Mansogo trabajar incansablemente para intentar brindar servicios de calidad similar a quienes más los necesitan. El 15 de julio de 2009, escribí las siguientes palabras acerca del Dr. Mansogo en mi diario personal, que se puede consultar en los archivos históricos de Internet:

El médico de esta clínica (Wenceslao Mansogo Alo) es una de las personas más trabajadoras que he conocido. Llega temprano por la mañana, cerca del amanecer, y trabaja sin tomar ningún descanso hasta la tarde, para luego retomar el trabajo y continuar hasta bien pasadas las 9 p.m. Repite esta rutina los siete días de la semana y de algún modo consigue mantenerse jovial y entusiasta todo el tiempo. Yo hubiera pensado que, tras ser echado del hospital público por ser miembro de un partido político de oposición, podría haberse sentido desmoralizado y renunciar a su partido o dejar el país para ejercer la profesión en otro lado. Sin embargo, la devoción que siente por su país, su comunidad y su familia hizo que no eligiera la salida más fácil.

Mi experiencia en Guinea Ecuatorial fue totalmente reveladora: la disparidad en las condiciones de vida y el acceso a servicios públicos entre la elite afín al gobierno y los ciudadanos comunes era abismal. Si bien estas brechas son comunes en el África subsahariana, resultan inaceptables y manifiestamente injustas en un país con un producto bruto interno per cápita similar al de España o Italia.

Las deplorables condiciones en los barrios precarios de Malabo y Bata, las dos ciudades más grandes, son una imagen de hipocresía que no es fácil pasar por alto. Las calles embarradas y repletas de basura, la maraña de cables eléctricos y el ruido de los generadores a gasolina que se emplean para suplir los constantes apagones permiten dudar seriamente de la responsabilidad fiscal de un líder de gobierno que está dispuesto a donar US$ 3 millones para crear un premio en su honor y, por otro lado, no garantiza siquiera aspectos básicos de infraestructura y salud pública.

Los dramáticos niveles de pobreza en Guinea Ecuatorial, combinados con medidas injustificables como la detención y la encarcelación hasta hoy del Dr. Mansogo, ponen en evidencia la inadmisibilidad de la propuesta del presidente Obiang de que la UNESCO otorgue un premio que, según afirma, contribuirá a mejorar la salud y el bienestar de ciudadanos empobrecidos, especialmente en África.

Además de instar a que se disponga la liberación del Dr. Mansogo, recomiendo enfáticamente que se cancele este premio, que constituye una afrenta a los ciudadanos de Guinea Ecuatorial y a la búsqueda de un sistema justo de acceso a la salud en todo el mundo.

Cordialmente,

James McFadden

Comisión Fulbright en Seúl, Corea