Desde el principio de la pandemia más grave que ha revolucionado al mundo entero, el Gobierno de Guinea Ecuatorial no ha hecho nada por garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos, todo lo contrario. La pandemia del Coronavirus ha sido utilizada como trampolín para seguir coartando los derechos y libertades del pueblo.
Organizaciones como Human Rights Watch han pedido a los gobiernos: “Que tomen medidas para frenar el brote al tiempo que respetan los derechos humanos fundamentales, incluidos los derechos a la salud, la libre expresión, la no discriminación y la libertad de circulación…” Sin embargo observamos que el gobierno hace oídos sordos a estas recomendaciones.
El famoso hospital de Sampaka dedicado a los casos de COVID-19 y por el que se arrestó a una enfermera por denunciar la falta de oxígeno, no parece estar abierto a día de hoy, en un país a la cola en indicadores sociales y sanitarios. A muchos positivos asintomáticos con el virus no se les indicó qué debían hacer ni se les hizo seguimiento alguno. La situación de desorientación es peor para los positivos asintomáticos y alguno que otro con síntomas no saben dónde ni a quién consultar sobre su situación.
Hace un par de días, hablando de su empleado que llevaba dando positivo en el análisis del PCR tres veces consecutivas, un señor me decía que no sabía ya a quién acudir. El enfermo sigue exasperado y encerrado en casa, es decir, actualmente cada uno se las apaña como pueda. “Afortunadamente, es asintomático,” se consolaba el señor ante tanta impotencia.
El gobierno está tratando la pandemia como un tema político y no sanitario; ejemplo de ello es que el país está lleno de barreras o controles policiales que impiden a la población desplazarse. En esas barreras no se ve ninguna medida sanitaria relacionada con la pandemia.
En Guinea Ecuatorial, la política se impone sobre la ciencia. En las barreras, los militares controlan exigen una autorización de desplazamiento extendida y firmada por el Delegado de Gobierno y el Jefe Militar de cada Distrito. Dichas autoridades cobran por este servicio un dinero que va directamente a engordar sus bolsillos. Esta situación es mucho más acentuada en la parte continental del país. Incluso más grave es la situación de la población más aislada y vulnerable.
Las barreras y autorizaciones exigidas para desplazarse no impiden de ningún modo la propagación del COVID-19. Para el Gobierno, controlar el movimiento del individuo es mas importante que proveer la atención y derechos a las capas vulnerables, gente mayor o gente enferma. Por ejemplo, a pesar de las restricciones impuestas en la “fase dos” con el aumento de barreras y los elevados costes de las pruebas de diagnóstico, los números parecen haber aumentado llevándonos de nuevo a la “fase uno,” aún más restrictiva. Ya casi nadie se pone las mascarillas, ni se lava las manos o utilizan los geles. Las fiestas se celebran con aforos desbordados. Las iglesias y los mercadillos están abiertos y repletos. En realidad, lo que interesa es fiscalizar el movimiento de las personas, aun cuando empeore su calidad de vida. Si antes la situación ya era difícil para los ciudadanos, con esta realidad, se ha vuelto peor, sin alimentos básicos ni atención médica básica.
La falta de políticas proporcionadas para responder a la pandemia se extiende a las prisiones. Nadie se preocupa por las múltiples personas que en ellas se encuentran recluidas, ni por las personas mayores y las personas con discapacidad… El Gobierno no muestra ninguna preocupación por las personas que necesitan atención especial. En resumen, no se está ayudando a la población frente al COVID19, sino se quiere controlarles políticamente.
Con esta situación de abandono total al pueblo, recientemente el Ministro de Sanidad recomendaba por televisión, tener mucho cuidado ante el riesgo de un rebrote de la epidemia o de la segunda ola de contagios, avisaba a la población y a las autoridades a no bajar la guardia y recomendaba adoptar medidas estrictas en las semanas venideras. Apeló “a una toma de conciencia global por parte de todos los ciudadanos, para que cada uno haga la parte que le toca en la lucha colectiva contra esta pandemia en Guinea Ecuatorial.”
Las palabras del Ministro—sin acciones correspondientes—están únicamente destinadas a lavar la cara del Gobierno de puertas para fuera, copiando de mala manera lo que se dice en otros países. Ante esta realidad solo nos queda el consuelo de que nos sigamos cuidando nosotros mismos, ya que estamos en el país del “sálvese quien pueda.”